La Crisis Franco-Argelina: A Río Revuelto, ¿Ganancia de Pescadores?

INSIGHT. El enfrentamiento París-Argel pone en riesgo los vínculos económicos entre ambos países y provoca la entrada en escena de nuevos competidores: Italia y ¿España?

La Crisis Franco-Argelina: A Río Revuelto, ¿Ganancia de Pescadores?
LO QUE DEBE SABER TU JEFE EN 30 SEGUNDOS
  • Francia y Argelia mantienen desde hace casi un año un enfrentamiento diplomático a raíz del respaldo de Macron a la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental y otros episodios posteriores como el encarcelamiento de un escritor francoargelino o el rechazo de la repatriación de nacionales por Argelia. Aunque no interrumpidos formalmente, los intercambios económicos se han visto fuertemente afectados y no parece que la crisis vaya a superarse en el corto plazo.
  • Italia ha aprovechado esta crisis y la previa con España para fortalecer sus relaciones con Argel. Alineada con su Plan Mattei de reposicionamiento en África, promueve la diplomacia del gaseoducto con iniciativas como TransMed, Galsi o el corredor SoutH2, en su propósito de presentarse como hub energético en Europa, a la vez que consigue un aliado en su política de externalización migratoria.
  • España superó el pasado noviembre su crisis con Argelia y, pese a la entrada de nuevos competidores durante su larga ausencia, puede aprovechar las necesidades argelinas de diversificación económica para recuperar su ritmo previo de intercambios, esgrimiendo su posición internacional en la cuestión palestina y evitando nuevas polémicas en asuntos regionales.

El choque París-Argel

Francia y Argelia se enzarzan desde hace varios meses en un enfrentamiento diplomático que no es solo un episodio más de su turbulenta relación desde la independencia argelina. En julio de 2024, el presidente Emmanuel Macron daba su respaldo expreso al plan de autonomía propuesto por Marruecos para el Sáhara Occidental, considerándolo la «única solución» posible al diferendo y afirmando de forma tajante que «el presente y el futuro del Sáhara Occidental se inscriben en el marco de la soberanía marroquí». 

Dicha declaración provocó la furibunda reacción del gobierno argelino, ya en pleno enfrentamiento con el ejecutivo español por un respaldo similar (aunque Madrid lo hizo en términos mucho menos contundentes y sin reconocer la soberanía). No en vano, Argel continúa siendo el principal valedor de las reivindicaciones del Frente Polisario, aloja a más de 175.000 saharauis en los campos de Tinduf y defiende firmemente su derecho a la autodeterminación en los foros internacionales. En este caso, Argelia manifestó su enfado retirando a su embajador en París (que aún no se ha restablecido), aunque no adoptó las mismas represalias económicas que con España.

Aunque el respaldo francés a las tesis marroquíes constituye el principal motivo de la contienda, lo cierto es que desde entonces se han ido sucediendo diversos choques de diversa entidad que contribuyen al desencuentro: en primer lugar, el encarcelamiento en noviembre en Argel del escritor franco-argelino Boualem Sansal, condenado a cinco años de prisión por “atentado contra la integridad del territorio” a causa de sus declaraciones en un medio francés de extrema derecha, según las cuales Marruecos habría sido privada de una parte de su territorio en favor de Argelia durante la descolonización. Pese a la intensa presión recibida desde la clase política francesa o los pronunciamientos a favor de su liberación por parte del Parlamento Europeo, el escritor sigue recluido sin perspectivas de cambio, aunque tras la reelección de Abdelmajid Tebboune como presidente argelino se solicitó que éste le concediera un indulto que aún no ha llegado.

Posteriormente, fue motivo de enfrentamiento la aparente negativa de las autoridades argelinas a aceptar a sus nacionales deportados, especialmente tras el ataque perpetrado en febrero en Mulhouse (con un muerto y siete heridos) por un argelino sobre el que pesaba una orden de expulsión de territorio francés y que había regresado al hexágono al ser rechazado por Argel hasta en diez ocasiones. El ministro francés del Interior ha llegado incluso a amenazar a Air Algerie con sanciones por su falta de colaboración con las órdenes de expulsión.    

A este clima de reproches recíprocos contribuye también la detención durante el mes de enero de varios influencers argelinos residentes en Francia (cinco hombres y una mujer) por sus supuestos llamamientos a la violencia contra los opositores al régimen de Argel. También los agravios coloniales esgrimidos en medios oficialistas argelinos, que acusan a Francia de no hacerse cargo de la limpieza pendiente de los territorios afectados por las pruebas nucleares, o recientemente, que invocan el recuerdo de la masacre de Sétif perpetrada por la metrópoli en 1945. El último motivo de tensión fue la visita de la ministra francesa de Cultura, Rachida Dati, al Sáhara Occidental, calificado por Argel como una provocación «de una extrema gravedad».

Aunque formalmente no se ha adoptado ninguna represalia de tipo económico, lo cierto es que los intercambios entre ambos países se han ralentizado aparentemente por la vía informal. Así, parece haberse producido una obstaculización grave de la importación de trigo francés, así como, en general, una caída del 20% de las ventas de productos franceses en el primer trimestre del 2025. En el mes de marzo, la fábrica de camiones de VolvoTrucks y Renault en Argelia recibió una notificación desfavorable para retomar la actividad, si bien en abril sí que existieron contactos en el plano empresarial, con la visita del CEO de la naviera CMA CGM a Argel (siendo recibido incluso por Tebboune) o la de representantes de la patronal argelina CREA a París.

En este punto, ¿hasta dónde puede llegar el enfrentamiento? Lo cierto es que diversos analistas consideran que éste es uno de los choques más graves desde 1962. Debe tenerse en cuenta que ambos países mantienen una relación muy compleja dada la especial vinculación entre las dos sociedades, que hace que se confundan los temas de política interior y exterior y se traten de forma visceral en los medios y por parte de la clase política (especialmente por la ultra derecha francesa). Aunque se vieron ciertos atisbos de reconciliación durante el mes de marzo, con las llamadas a la calma por parte de ambos presidentes, seguidas de la visita en abril a Argel del ministro francés de Asuntos Exteriores, el nuevo empeoramiento posterior, cristalizado en la expulsión mutua de doce agentes consulares, conduce a pensar que una eventual recuperación de la normalidad no será rápida ni fácil. Especialmente en un escenario en el que Tebboune acaba de ser reelegido -en unas controvertidas elecciones sin apenas oposición y con una baja participación- y el gobierno argelino pretende contraatacar la dinámica de apoyo internacional a las tesis marroquíes sobre el Sáhara; y donde Macron anda de puntillas con un gobierno inestable y multipartidista (debiendo «cohabitar» con un ministro del Interior conservador) y busca hacer frente a la presión de la ultraderecha con la vista puesta en las elecciones presidenciales de 2027.

Italia entra en escena

Parece que Italia tiene intención de aprovechar la coyuntura del enfrentamiento. Ya durante la grave crisis hispano-argelina, el principal beneficiario fue el país transalpino, que se postuló como socio alternativo de Argel e incrementó sus intercambios comerciales en detrimento de las exportaciones españolas. No en vano, Argel garantizó el suministro, pero amenazó con mirar hacia Italia en adelante como socio preferente de su abastecimiento gasístico. En efecto, el acuerdo ENI-Sonatrach de mayo de 2022 (aún bajo el gobierno Draghi) inició el aumento del volumen que transcurre por el gaseoducto Transmed de 22 a 31 billones de metros cúbicos como medio de diversificar el de origen ruso, y desde entonces el gobierno italiano busca en efecto posicionarse como intermediario europeo del gas argelino y ha multiplicado los contactos en ese sentido. Incluso se ha recuperado el proyecto de gaseoducto alternativo ‘Galsi’ que uniría ambos países vía Túnez y Cerdeña, aparcado por su alto coste desde hacía más de veinte años.

© Sémhur / Wikimedia Commons / CC-BY-SA-4.0

La relación entre ambos países también resulta estratégica para la descarbonización y transición energética a los dos lados del Mediterráneo. Así, los dos países, junto a Austria, Túnez y Alemania, participan en el denominado ‘SoutH2 Corridor’, proyecto que pretende transportar hidrógeno verde a través del Transmed y de una nueva conducción que conecte el norte de Italia con los países centroeuropeos. Argelia pretende así generar y convertirse en proveedora del 10% del hidrógeno verde de Europa. Este corredor entraría en competencia directa con el hidroducto H2Med, proyecto impulsado por la española Enagás que busca convertir a la península ibérica en hub de esta fuente energética, pero que ha sido paralizado por Francia ante las dudas sobre la rentabilidad y su compatibilidad con el hidrógeno rosa (obtenido mediante energía nuclear).

Argelia ha sido además incluido en el importante Plan Mattei (que apela al fundador de ENI, gran amigo de la revolución argelina) con el que Italia busca reconstruir su relación con África. Esta estrategia, dotada con más de 5.500 millones de euros, identifica una serie de países africanos socios y un número de proyectos en torno a seis sectores prioritarios: educación, agricultura, salud, energía, agua e infraestructuras físicas y digitales. Así, Argelia ha sido de momento elegida para desarrollar dos proyectos en materia agrícola y de formación profesional y, si bien no se habla aun de energía, el plan está llamado a ser un «puente para las relaciones energéticas entre el Magreb y Europa». De momento ha logrado el respaldo de la UE, que lo considera compatible con el programa ‘Global Gateway’ impulsado por Bruselas para promover inversiones en infraestructuras en países en desarrollo, y no en vano, el próximo 20 de junio Meloni y Von der Leyen presidirán en Roma una cumbre para potenciar las alianzas con los países africanos sobre la base de estos programas de cooperación. 

Encuentro Meloni-Tebboune durante la Cumbre del G7 en 2024. Fuente: g7italy.it

Lo cierto es que la presidenta del Gobierno Giorgia Meloni y el presidente argelino Tebboune mantienen una buena sintonía que se está revelando muy útil para ambos, si bien «basada en auténtica realpolitik». Por un lado, la italiana obtiene un importante socio en materia de migración y de energía, dosieres clave para el gobierno de coalición italiano, y de paso pone en entredicho al presidente Macron (con quien inicialmente mantenía una relación tirante). Por su parte, Argel mantiene un importante socio en la UE, mejorando su posición en la escena internacional (Meloni incluso invitó a Tebboune a la reunión del G7 en Italia del año pasado) y también en el plano interno, donde tradicionalmente ha existido una importante conexión entre ambas sociedades. De hecho, el ministro de Asuntos Exteriores Antonio Tajani visitó Argel el pasado marzo y presumió de que las relaciones entre ambos países «son muy fuertes».

Gracias a ello, Italia se ha convertido en el primer cliente de las exportaciones argelinas (29%, por un valor de 15 mil millones de dólares), y es el tercer mayor proveedor del país norteafricano (justo por detrás de Francia), al que envía principalmente vehículos, maquinaria y derivados del petróleo. En 2023, la inversión extranjera directa de Italia en Argelia alcanzó los 8.530 millones de euros (por detrás de EEUU y por delante de Francia) especialmente en los sectores de energía, automoción, construcción, agroindustria, biomedicina y digital, con presencia de unas doscientas empresas italianas.

Conclusión: ¿Y España?

España sufrió gravemente las represalias económicas adoptadas por Argelia a consecuencia del viraje del Gobierno de Pedro Sánchez en relación con el Sáhara Occidental en marzo de 2022. En efecto, el respaldo al plan marroquí y la consiguiente interrupción argelina de los intercambios con España (a excepción del gas) tuvo consecuencias catastróficas para numerosas empresas, especialmente en los sectores de la cerámica, agroalimentario y de la construcción, dada la congelación de proyectos y la caída estrepitosa de las exportaciones hacia Argelia. En 2021, España era su tercer proveedor, por un valor de 2.190 millones de euros, mientras que en plena crisis las exportaciones se hundieron hasta los 356 millones, aumentando ligeramente el año pasado (662 millones) (datos OEC). Pese al restablecimiento desde el pasado noviembre de una aparente normalidad, el empresariado español acusará seguramente la entrada de competidores (China, Italia, Turquía, Brasil) durante los más de dos años de ausencia.

En lo político, lo cierto es que las relaciones parecen restituidas al estado anterior a la crisis diplomática, tras la designación por Argel de un nuevo embajador en Madrid y el cese de la orden de suspensión de los intercambios comerciales. Las reuniones bilaterales de los ministros del Interior (en Madrid) y de Asuntos Exteriores (en el marco del G20 en Sudáfrica) en febrero de este año constituyen, en efecto, una buena señal de la recuperación.

Reunión de los ministros del Interior en Argel en febrero de 2025. Fuente: Ministerio del Interior

Parece por ello un momento óptimo para recuperar también la actividad económica. La prensa argelina así lo entiende: la agencia estatal de prensa APS subrayaba en marzo la aparente «mejora del clima de negocios» a colación de un encuentro organizado por la Agencia Argelina de Promoción de Inversiones en Barcelona para relanzar las inversiones desde nuestro país; y otros medios apuestan por una recuperación total de las relaciones anteriores a la crisis. En efecto, la apertura ya se vendría materializando: en febrero, la dirección del gigante Sonatrach recibía al CEO de Técnicas Reunidas, y más tarde en abril a Francisco Reynés, CEO de Naturgy (participada por el conglomerado argelino).

En el actual contexto geopolítico, Argelia necesita alianzas, no solo en el plano político sino también en el económico, pues requiere diversificar su economía con carácter esencial. España dispone así de una importante baza gracias a su experiencia en energías renovables (si bien se enfrenta a la fuerte competencia china, verdadero líder en el sector y socio cercano de Argel) y en materia agrícola, además de poder potenciar los sectores en los que ya existían intercambios previos, con unas exportaciones altamente diversificadas (incluyendo químicos, metales, maquinaria, papel, soja, etc.). No en vano, el presidente del Círculo de Comercio hispano-argelino ensalzaba la experiencia española y su transformación económica «ejemplar» posterior a la crisis de 2008.

En último término, el mantenimiento sostenido del buen tenor de las relaciones dependerá de si España evita posicionarse de nuevo en temas delicados para Argel, como el encarcelamiento de Boualem Sansal u otros aspectos de política interna. Con respecto al Sáhara Occidental, lo más probable es que Marruecos siga tensando la cuerda en los próximos meses en los foros internacionales tras conseguir el respaldo de tres de los cinco miembros del Consejo de Seguridad. Parece, en efecto, que la actual dinámica internacional favorece a Rabat (que sigue sumando apoyos de forma continua) y eso no gusta a Argel, ya suficientemente molesta por la presencia israelí en su vecindario. En este sentido, España puede aprovechar su posición con respecto a la cuestión palestina y fomentar su falta de pasado colonial en Argelia para fortalecer los vínculos históricos y de amistad y, con ello, promover la prosperidad compartida que es pilar de su política en la región desde hace tres décadas.