No Es País para Periodistas: El Magreb en el World Press Freedom Index de RSF

BREVE. La prestigiosa ONG de los periodistas emite su informe anual sobre libertad de prensa con resultados dispares para los países del Magreb. Salvo Mauritania, que se mantiene en el primer tercio, todos los demás obtienen nefastos resultados.

No Es País para Periodistas: El Magreb en el World Press Freedom Index de RSF
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BREVE. Aunque Libia (137ª), Argelia (126ª) y Marruecos (120ª) experimentan un ligero ascenso, los tres países siguen adoleciendo de graves deficiencias que los colocan entre los sesenta últimos de la clasificación de libertad de prensa. Por su parte, Mauritania (50ª) se desmarca claramente del grupo al mantenerse entre los cincuenta primeros, pese al importante retroceso sufrido en el último año. Finalmente, Túnez (129ª) sufre un descalabro en la clasificación debido al deterioro de la situación política y a la persecución de periodistas.

Como todos los años, la prestigiosa ONG Reporteros sin Fronteras ha publicado su World Press Freedom Index, en el que analiza y clasifica a 180 estados según la salud de su libertad de prensa a partir de varios indicadores. Aunque ya venía señalando un empeoramiento global progresivo durante los últimos trece años, en esta edición advierte de que la situación general ha alcanzado el nivel de “difícil”. Ello se debe no solo a los diferentes conflictos bélicos abiertos o al retroceso en libertades de sociedades aparentemente democráticas, sino que incide especialmente en las dificultades económicas que atraviesan los medios, que comprometen su independencia y calidad en todo el mundo.

En ese contexto de empeoramiento generalizado, los países del Magreb atraviesan situaciones diferentes: mientras Marruecos, Argelia y Libia mejoran ligeramente (aunque dentro de la categoría “difícil”), Túnez y Mauritania ceden 13 y 17 puestos desde el último año, si bien la última se mantiene entre los 50 primeros debido a sus importantes cambios legislativos desde hace más de una década.

Libia

El país con dos gobiernos paralelos asciende ocho puestos con respecto al año pasado, lo que básicamente se debe a cierta mejora de la situación económica de los medios, ya que el resto de indicadores se mantienen o incluso empeoran, especialmente el de la seguridad (que cae 9 puestos). RSF pone de manifiesto la grave situación de los periodistas en el contexto de división política, pues se ven obligados a seguir la línea editorial de sus medios, determinada por el establecimiento en uno u otro territorio y por tanto sometida al control de sus respectivos poderes. La organización destaca además la inexistencia de leyes que protejan a los informadores y el mantenimiento de los delitos de prensa con penas de prisión.

Argelia

Asciende trece puestos al mejorar en todos los indicadores, si bien RSF destaca las numerosas “líneas rojas” para los periodistas, especialmente en temas como la corrupción y la represión de las manifestaciones. Considera que el panorama mediático está “muy deteriorado” debido a la fuerte presión por parte del estamento político. Hace referencia a la preocupante reforma del código penal en 2020, que castiga la difusión de noticias falsas “contra el orden y la seguridad nacional”, cargo esgrimido en varios procesos frente a escritores y periodistas.

World Press Freedom Index 2025. Fuente: RSF

Marruecos ("/ Sáhara Occidental")

También asciende de forma relevante en la clasificación, aunque no consigue salir del tercio de países más rezagados. RSF destaca en este caso la inexistencia de medios verdaderamente independientes desde 2021 y las fuertes presiones a las que se enfrentan los periodistas por parte de las diversas tendencias en el poder. Determinados asuntos quedan además totalmente excluidos del debate público, como el Sáhara Occidental o la corrupción. La organización denuncia el incremento de procesos judiciales falsos contra periodistas (tras acusaciones de violación, adulterio o práctica ilegal de abortos) así como campañas de calumnias como método de presión, si bien también se refiere a los esperanzadores indultos recibidos por algunos de ellos.

Túnez

El país empeora su ya grave clasificación debido al deterioro de la situación política, la detención y encausamiento de varios periodistas sobre la base de leyes arcaicas, y la adopción de nuevas normas contra “informaciones falsas”. Denuncia la nefasta situación económica de los medios, que compromete su independencia y les obliga a alinearse con la “guerra de liberación nacional” marcada por el gobierno, que restringe el reparto de los subsidios públicos. Además, la prensa tradicional sufre ataques y campañas de desinformación en redes sociales que persiguen desacreditarla.

Mauritania

Finalmente nos referimos al “alumno aventajado” de toda la región. Ciertamente, Mauritania pierde diecisiete puestos debido a su fuerte caída en todos los indicadores; no en vano, en 2024 se encontraba en el 10º puesto en materia de seguridad, cayendo este año hasta el puesto 46º. Aun así, resulta elogiable que continue estando entre los 50 primeros países del ranking, al mismo nivel que Italia e incluso por encima de otros estados de la UE y de EEUU. RSF destaca la despenalización de los delitos de prensa, que hace que los periodistas trabajen con plenas libertades aunque se vean lastrados por su precariedad. La falta de recursos está así llevando a la desaparición de varios medios privados. Destaca el favorable contexto legislativo, caracterizado por una ley de 2006 que consolida la libertad de presa. En el plano negativo, se lamenta que existan temas en los que los medios se autocensuran y que la titularidad se encuentre casi exclusivamente en manos de colectivos de lengua hasaní.

Conclusión

Aunque aparentemente tres de los cinco países de la región mejoran sus resultados, lo cierto es que todos ellos figuran aun en el último tercio de la clasificación, lo que debe interpretarse como que aun queda mucho camino por recorrer en materia de libertad de prensa. En el caso de Túnez, especialmente, la estrepitosa caída parece confirmar el preocupante retroceso democrático que viene sufriendo dicho país en los últimos meses.

En efecto, la libertad de informar constituye un elemento esencial (por supuesto, no suficiente) para una sociedad verdaderamente democrática, por lo que todos estos países -con la destacable excepción de Mauritania- aun deben adoptar medidas contundentes encaminadas a garantizar ese derecho: suprimir las presiones políticas de todo tipo hacia los periodistas, garantizar su independencia, fomentar la multiplicidad de medios, promoviendo su desarrollo económico y la prosperidad de los informantes, incentivar la inversión publicitaria en medios que cumplan con los estándares de prensa libre, adoptar modificaciones legislativas para suprimir los delitos de prensa y evitar que las leyes contra la desinformación puedan invocarse de una forma torticera y contraria a la libertad de informar.

A man sitting on a bench reading a newspaper
Photo by Cemrecan Yurtman / Unsplash

La pluralidad informativa y la libertad de prensa resultan en efecto elementos extremadamente valorados en Europa y otros países, pues constituyen un aspecto visible de la madurez democrática y del nivel de libertades de que goza un país, contribuyendo así a su atractividad de cara al exterior. Mejorar los medios de comunicación y conseguir un entorno libre para informar repercute, en consecuencia, en la imagen que se transmite al mundo y, por tanto, es la primera herramienta de marketing político que puede esgrimir un país para hacerse más atractivo y configurarse como un estado confiable.

A la inversa, es totalmente incompatible querer presentarse como un estado democrático y garante de las libertades fundamentales si uno se encuentra entre los sesenta peores países del mundo en materia de libertad de prensa, especialmente cuando uno de tus vecinos, pese a ostentar la peor situación económica del grupo, se sitúa año tras año entre los cincuenta mejores del mundo.