#6meses de Argelia

NEWSLETTER. Cambios en el gobierno y empresas clave; acercamiento a Washington y reformulación de algunas posturas de política exterior.

#6meses de Argelia
El ministro español del Interior, Fernando Grande-Marlaska, con su homólogo argelino, Said Sayoud, el 20 de octubre en Argel. Fuente: Ministerio del Interior
NEWSLETTER. Los argelinos han observado este semestre diversos cambios en el liderazgo del gobierno y de varios conglomerados públicos, en un contexto de crecimiento económico y de medidas dirigidas a la diversificación. En el exterior, se aprecia una sintonía creciente con Washington y se prolonga el choque diplomático con París, mientras Madrid consolida la normalización de las relaciones pese al incremento de la inmigración irregular.

Qué ha pasado.

En el plano interno, durante este semestre se han efectuado relevantes cambios en el liderazgo de algunas de las instituciones más importantes del país. Así, a finales de agosto el presidente Tebboune remplazaba al primer ministro Nadir Larbaoui -en el puesto desde noviembre de 2023- por el hasta entonces ministro de Industria, Sifi Ghrieb, quien no introdujo grandes modificaciones en el equipo ministerial -más allá de retirarle las importantes atribuciones de Renovables al ministro de Energía y Minas, Mohammed Arkab-. El nuevo primer ministro subrayó la necesaria diversificación de la economía -especialmente mediante el impulso de la industria y la modernización agrícola- y el refuerzo del carácter social del Estado como sus dos grandes pilares de gobierno. Por otro lado, a la destitución del director de la contrainteligencia (DGSI) en mayo y su posterior detención -pese a los rumores sobre su huída a España-, le siguieron los remplazos fulminantes en varias sociedades públicas esenciales, tales como el gigante Sonatrach (tercer director general desde 2020) y la compañía siderúrgica Sidar El Hajar (hoy Alsolb), sin que hayan trascendido las razones oficiales de los despidos.

Varias novedades se produjeron este semestre en el terreno judicial, con la criticada confirmación en apelación de las condenas al escritor Boualem Sansal, al académico Amine Belghit (tres años por sus declaraciones en las que cuestionaba la identidad amazigh del país), así como a tres de los candidatos a las últimas elecciones presidenciales de 2024 (Saida Neghza, Belkacem Sahli y Abdelhakim Hamadi), cuyas penas por supuestas irregularidades en dichos comicios fueron reducidas de diez a cuatro años.

En materia económica, pese a las positivas previsiones de crecimiento que le otorga el FMI -del 3,4% para 2025-, el país sigue enfrentándose a la excesiva dependencia de los hidrocarburos (que representan alrededor del 90% de las exportaciones) y a una insuficiente iniciativa privada que lastra el desarrollo económico. Durante este semestre se han producido importantes novedades para mejorar y dinamizar la economía, tales como la aceptación de Argelia en el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS+, la sustitución de la ineficiente Agencia de Promoción del Comercio Exterior (Algex), la celebración de la importante Feria Internacional del Comercio Intra-Africano (IATF) o los reconocidos esfuerzos para una próxima salida de la "lista gris" del GAFI (pese a ser declarado como país de "alto riesgo" en materia de blanqueo por el Parlamento Europeo). Sin embargo, el verdadero impulso económico siguen liderándolo el gas y el petróleo, como demuestra la firma de diversos contratos para la exploración y explotación conjunta de yacimientos con múltiples compañías extranjeras, incluyendo Filada, Zangas, Sinopec o ENI. No en vano, el propio ministro Arkab anunció un plan de inversión de hasta 60 mil millones de dólares destinados a proyectos energéticos estratégicos hasta 2030.

Por último, a finales de julio entraba en vigor la nueva ley de movilización general, que pretende optimizar un eventual paso del ejército y las instituciones públicas a estado de guerra así como, en tal caso, regular la sujeción de todos los recursos estatales y de la industria a las necesidades de las fuerzas armadas, en lo que podría considerarse como un paso preparatorio por parte de Argel hacia un potencial conflicto bélico en la región.

En el plano exterior, este semestre volvió a caracterizarse principalmente por el enquistado choque diplomático con Francia, originado en 2024 tras el reconocimiento por parte de Macron de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Diversos episodios han venido a prorrogar el grave enfrentamiento entre ambos Estados: el secuestro fallido cerca de París del bloguero argelino Amir DZ, cuya investigación apuntaría a la embajada argelina y habría provocado las primeras detenciones; la prohibición de viajar a Francia impuesta por el gobierno argelino a los ejecutivos de varias empresas públicas (Sonatrach, Sonegaz y Sonatrem); el mantenimiento de la condena a Boualem Sansal en apelación (indultado hace pocos días por Tebboune por mediación del presidente alemán); o la aprobación por la Asamblea Nacional francesa, a iniciativa de la extrema derecha, de una resolución solicitando la derogación de los acuerdos migratorios de 1968. Habría desaparecido, en cambio, la que parecía ser una de las principales causas del choque: el polémico ministro del Interior, Bruno Retailleau, cesado tras las reconfiguraciones gubernamentales. Su flamante sustituto en el segundo Gobierno Le Cornu, Laurent Nuñez, ha manifestado que la opción del "pulso diplomático" con Argelia no funciona y ha hecho un llamamiento a "recuperar el diálogo" para restablecer una colaboración especialmente necesaria en materia migratoria.

Durante este semestre también se ha producido un relevante acercamiento de Argelia a EE.UU. Aunque es objetivo de uno de los aranceles más altos impuestos por Trump (30%), el país continúa buscando activamente una profundización de las relaciones bilaterales con Washington en todos los dominios. Tras sorprender a principios de año la firma de un MoU para "expandir la cooperación militar", en septiembre se produjo la visita del comandante de las Fuerzas Especiales del AFRICOM, quien ensalzaba el éxito argelino en la lucha antiterrorista, y en octubre atracaba en el puerto de la capital el destructor USS Roosevelt, cuyo comandante manifestaba el deseo de "fortalecer la relación" de cara a "garantizar la libertad de navegación y la prosperidad económica del norte de África". Argelia buscaría en efecto aprovechar el nuevo prisma de la diplomacia "transaccional" de Trump, ofreciendo a EE.UU. multiplicar la cooperación económica y energética: no en vano, el propio Tebboune recibió a los ejecutivos de Chevron y ExxonMobil, con las que se viene abordando la posibilidad de suscribir nuevos contratos de exploración y producción de petróleo y gas. En este sentido, EE.UU. también ha manifestado estos últimos meses su fuerte interés por "pacificar" la región, tarea a la que se dedican tanto el enviado especial de la Casa Blanca para África, Massad Boulos -que se reunió con Tebboune, Arkab y Attaf en julio-, como el "conseguidor" del alto el fuego en Gaza, Steve Witkoff, quien sorprendió -antes de la importante votación en el Consejo de Seguridad sobre el Sáhara- al afirmar que EE.UU. conseguiría un "acuerdo de paz" entre Marruecos y Argelia "en sesenta días".

España ha conseguido poner fin definitivamente a las tensiones diplomáticas que se iniciaron con el cambio de postura del Gobierno Sánchez acerca del Sáhara Occidental en marzo de 2022. Desde que en noviembre del año pasado Argel terminara con las trabas al comercio bilateral, los encuentros al más alto nivel se han repetido: el presidente Sánchez se reunió con Larbaoui en Sevilla, el MAE Albares se ha visto con Attaf en sendas ocasiones al margen de dos foros internacionales, y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, también ha intercambiado sendas visitas con su homólogo, Said Sayoud, con quien busca mejorar la cooperación en materia migratoria. No en vano, en los últimos meses se ha producido un fuerte incremento en la llegada de migrantes procedentes de Argelia, especialmente a las Islas Baleares. En el plano comercial, las relaciones parecen estar plenamente normalizadas, y el propio ministro de Comercio Exterior, Kamel Rezig, expresó el deseo de establecer un "partenariado reforzado" con nuestro país. Prueba de ello es que Argelia ha recuperado el tercer puesto en tráfico de contenedores con el puerto de Valencia.

En el ámbito magrebí, el país mantiene excelentes relaciones con el Túnez de Kais Saïed; no en vano, ambos países suscribieron un acuerdo de defensa y buscan alinearse en cuestiones de seguridad regional, especialmente en relación con el conflicto libio. Con Marruecos no se ha producido ningún incidente de gravedad durante este semestre, ni siquiera durante las protestas juveniles en el reino del pasado mes de octubre. Por contra, la mayor crisis que mantiene abierta es con Mali: tras un acalorado intercambio de reproches durante la semana de la 80ª Asamblea General de la ONU en Nueva York, Mali interpuso una demanda ante la Corte Internacional de Justicia en relación al abatimiento -supuestamente en su territorio- de uno de sus drones por parte de Argelia. La disputa entre ambos países tiene lugar además en un contexto de grave amenaza a la supervivencia del gobierno de Bamako ante la presión yihadista y el bloqueo al suministro de crudo que ha impuesto la filial de Al-Qaeda (JNIM) a la capital.

Qué esperar.

Los distintos acercamientos que se han producido en los últimos meses entre la administración estadounidense y el gobierno argelino parecen indicar una cierta reconsideración de las prioridades internacionales de Argel, que tendería a salir de sus posturas tradicionales más intransigentes.

Esto se observa, en primer lugar, en su actual relación con Rusia, histórico aliado, pero de quien se viene apreciando un ligero distanciamiento ya desde el mismo comienzo de la invasión de Ucrania, cuando Argelia se consolidó como suministrador alternativo de gas a Europa, perdiendo Moscú su palanca de influencia. Dicho enfriamiento se habría agravado especialmente desde la entrada de los paramilitares de Wagner (hoy 'Afrika Corps') en Mali y demás países del Sahel central, que Argelia considera "su vecindario".

En segundo lugar, se ha podido notar esa sintonía Washington-Argel en la reciente votación del Consejo de Seguridad sobre la prórroga de la MINURSO, en la que Argelia no participó voluntariamente -según se ha reconocido después- debido a la presencia en el texto de las palabras "soberanía marroquí". En efecto, parece que la representación argelina tuvo un papel importante en la modificación de los primeros borradores -que planteaban la autonomía como "único marco"-, si bien no consiguió modular totalmente su preámbulo tal y como hubiera querido. Sin embargo, el hecho de no haber votado en contra resulta ya significativo de una aproximación a EE.UU. -redactora de la resolución- y de una voluntad de poner fin al largo contencioso en el Sáhara, siempre, eso sí, que se obtenga una formula que respete el derecho de autodeterminación de los saharauis. Aunque el representante argelino en el Consejo de Seguridad lamentó la oportunidad perdida y afirmó que no se daban aún "el momentum y las condiciones para el éxito de la iniciativa de paz de Trump", el embajador de Argelia en EE.UU. ha precisado posteriormente que cualquier solución pasa por el diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario, y que Argelia respetará los términos de cualquier acuerdo que se alcance entre ambos.

El dosier del Sáhara Occidental tendrá por tanto un gran protagonismo el semestre que empieza, aunque habrá que comprobar si De Mistura es capaz de reunir -directa o indirectamente- a todas las partes para negociar dentro del marco señalado por la resolución -que en todo caso, según el diplomático, "no ha prescrito un resultado"-, y si el gobierno argelino recoge el testigo lanzado por el rey Mohammed VI para "lanzar juntos un diálogo sincero y fraternal" sobre una iniciativa de autonomía que Marruecos se ha comprometido a detallar.

También observaremos este semestre cómo evoluciona -y si se resuelve finalmente- el conflicto diplomático abierto con Francia. La liberación de Boualem Sansal y la constitución de un nuevo gobierno en París parecen señales esperanzadoras y se habla incluso de que Macron y Tebboune podrían reunirse durante la próxima cumbre del G20 de finales de este mes. Sin embargo, siendo 2026 año de elecciones presidenciales en Francia, resulta también posible que se radicalicen los discursos y persista la confrontación, alentada por los propios candidatos al Elíseo.

España debe aprovechar el excelente momento para potenciar las relaciones bilaterales, multiplicar los intercambios económicos y las inversiones. Ahora bien, resta por ver si el excelente clima de entendimiento en lo político y lo económico se acompaña de una mejora de las cifras de migración irregular desde Argelia, pues ello podría tener sus repercusiones en nuestra propia política interna.