¿Cómo se Observa el Conflicto Libio por sus Vecinos? Posturas y Perspectivas Desde el Magreb
INSIGHT. Mauritania, Marruecos, Argelia y Túnez observan de forma diferente el conflicto libio debido a sus diferentes prioridades y objetivos para el país y la región.

Contexto libio
Desde la caída del régimen de Gadafi en 2011, el Estado libio viene atravesando un largo periodo de inestabilidad política que lo mantiene al borde de convertirse en un “estado fallido”. La actual situación de frio enfrentamiento entre el Gobierno de Unidad Nacional (GUN) —que controla el Oeste y recibe el reconocimiento internacional— y el Gobierno de Estabilidad Nacional (GEN) —que mantiene sus propias instituciones en el Este y es respaldado por el Ejército Nacional Libio del mariscal Jalifa Haftar— impide a Libia recuperar la senda de la reconciliación y la prosperidad, pese a su abundancia de recursos naturales, y mantiene las elecciones suspendidas indefinidamente. La injerencia de terceros estados, apoyando a uno u otro bando, agrava las tensiones debido a los múltiples intereses en juego. Así, además de sus importantes yacimientos petrolíferos y gasísticos, Libia ostenta una posición privilegiada en el Mediterráneo central, es puerta del segundo mayor contingente migratorio hacia Europa y representa una encrucijada esencial entre el Magreb, el Mashreq y el África subsahariana, por lo que controlar la transición política podría permitir a otros países ejercer una influencia clave en un estado estratégico en el contexto geopolítico actual.

Marruecos
Tras décadas de altibajos en las relaciones bilaterales, el levantamiento de las sanciones internacionales al régimen gadafista en 1999 permitió recuperar cierta normalidad entre Rabat y Trípoli. Además, el principal escollo -el apoyo durante años de Gadafi al Frente Polisario- había decrecido sustancialmente debido al alto el fuego de 1991 y a la propia evolución del conflicto en el Sáhara Occidental.
Una vez derrocado Gadafi en el contexto de la revolución de 2011, Rabat siguió de cerca los acontecimientos mediante un tímido apoyo a la oposición, buscando evitar el colapso del país y su contagio a toda la región. Así, Marruecos fue uno de los primeros países en reconocer al Consejo Nacional de Transición en el marco de su postura de no oponerse por principio a las reivindicaciones y movilizaciones derivadas de las Primaveras árabes.
El papel marroquí en el escenario libio aumentó considerablemente a raíz de los Acuerdos para la creación del Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN), firmados en 2015 bajo los auspicios de la ONU en la ciudad marroquí de Skhirat. Para Marruecos, estos constituyen el marco jurídico de todas sus iniciativas posteriores sobre Libia, incluyendo las rondas de diálogo interlibio de 2020 y 2021 celebradas en Bouznika y Tánger. De este modo, aunque Marruecos no fue invitado a la Conferencia Internacional de Berlín de enero de 2020 (a diferencia de Argelia), el llamado Compromiso de Rabat de diciembre de 2020 hizo converger los puntos de vista de la Cámara de Representantes y del Alto Consejo de Estado sobre la celebración de elecciones, y más tarde participó igualmente en la Conferencia de París de noviembre de 2021 por invitación de Francia.

Marruecos remarca intensamente su realización de esfuerzos desde la neutralidad positiva y activa. Así, a diferencia de Túnez o Argelia, su carencia de frontera común con Libia le permite adoptar una posición intermedia: está lo suficientemente interesado e implicado en la estabilidad regional como para intentar mediar en el conflicto, pero puede hacerlo desde una distancia prudencial que le proporciona una apariencia de imparcialidad. Además, su iniciativa y proactividad le sirve para presentarse internacionalmente como un proveedor de seguridad en la región.
El ministro de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, viene resumiendo desde 2023 la posición oficial de Marruecos (el denominado 'Enfoque Real') en 4 puntos clave:
1. Marruecos apoya la unidad nacional y la soberanía territorial de Libia y respalda una solución en este marco.
2. El Reino también apoya una solución pacífica a la crisis lejos de cualquier injerencia exterior y de cualquier iniciativa para imponer soluciones militares. Por ello, insta a la salida de los mercenarios extranjeros y la reintegración de las milicias en el ejército regular.
3. La resolución de esta crisis sólo puede pasar por una solución libia (entre libios) con apoyo internacional, remarcando el papel esencial de la ONU para lograr una solución en este contexto.
4. El Reino distingue entre la gestión del período de transición y la cuestión de la legitimidad. La primera debe ser consensuada, a través de las instituciones que trabajarán en la preparación de las elecciones, tanto el ejecutivo como el legislativo. La cuestión de la legitimidad se resolverá mediante elecciones y Marruecos prosigue sus esfuerzos junto a las Naciones Unidas para lograr esta solución.
Sobre la base de estos principios, Rabat mantiene excelentes relaciones con el GUN de Trípoli, al que reconoce expresamente y con el que mantiene una comunicación fluida y amistosa. No en vano, además de los múltiples encuentros entre ambos ministros de Asuntos Exteriores, el reconocimiento es tal que en noviembre de 2021 Libia renunció a su candidatura a formar parte del Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana en favor de Marruecos para el periodo 2022-25, como “respuesta al continuo apoyo de Marruecos a las elecciones democráticas en Libia”. Fruto de este entendimiento y de la mejora de la situación general, en 2023 se reabrió el Consulado de Marruecos en Trípoli, cerrado durante años.
Por otro lado, aunque mantiene abiertos canales de comunicación con las demás partes, choca en muchos aspectos con el GEN del Este y con Jalifa Haftar, no solo por permitir éste la presencia extranjera y recibir el apoyo militar ruso, sino también por la incompatibilidad ideológico-religiosa con algunos de los grupos que respaldan al mariscal.
En su objetivo declarado de respaldar la acción de Naciones Unidas, el MAE Bourita se reunió en 2023 con el Representante Especial del SG ONU y jefe de la UNSMIL, Abdoulaye Bathily, así como posteriormente con su sucesora interina Stephanie Koury en 2024, reiterando en ambas ocasiones la disponibilidad del Reino para trabajar permanentemente con la misión onusiana en el marco de su mandato.
Recientemente, el mismo Bourita presidía en Bouznika una reunión consultiva para los miembros de la Cámara de Representantes (con sede en el Este) y del Alto Consejo de Estado (del Oeste). Marruecos pretende así apostar públicamente por el «diálogo libio-libio» en el marco de lo que denomina «espíritu skhirat» aludiendo a los acuerdos de 2015: «Marruecos mantiene posiciones fijas que no cambian con el cambio de acontecimientos o contextos en relación con el dossier libio». El movimiento fue sin embargo criticado desde el liderazgo de ambos bandos, y no en vano, el ministro interino de Asuntos Exteriores del GUN, Taher Al-Baour, se declaró sorprendido de la falta de coordinación previa y de seguimiento de los cauces diplomáticos habituales, pese a elogiar los esfuerzos de Marruecos en el proceso.
Argelia
Como vecino de Libia, Argelia se preocupa especialmente por la seguridad, si bien el dosier libio constituye un elemento más en la pugna con Marruecos por el liderazgo político de la región. En este sentido, aunque no apoyó al régimen de Gadafi durante la primavera árabe, se opuso a la intervención militar internacional al considerar que el caos resultante afectaría a su seguridad nacional.
En el plano securitario, Argel teme un incremento de la actividad y la llegada de terroristas a través de la extensa frontera común, como en el caso del ataque en 2013 a la planta gasística de Tinguentourine (a 40km de In Amenas). El Gobierno argelino cree que aunque mayoritariamente derrotados, los terroristas no han desaparecido totalmente de las zonas sur y oeste de Libia. La preocupación por este aspecto y por el tráfico de armas exige a Argelia un importante esfuerzo y gasto militar para la defensa y vigilancia de la porosa frontera.
Argelia ha reiterado en varias ocasiones su compromiso a respaldar la estabilidad y la unidad de este “país hermano” y su apoyo a los esfuerzos tendentes a favorecer el consenso entre libios. Busca presentarse como mediador y solucionador de problemas en la región, con éxito moderado hasta el momento. Aunque participó en la Conferencia de Berlín de 2020, ésta no le permitió adquirir el protagonismo pretendido en el proceso. Posteriormente, fracasó en su intento de colocar a su ex ministro de Asuntos Exteriores como Jefe de la UNSMIL, rechazado por el Consejo de Seguridad, que invocó un posible conflicto de intereses por su proximidad. Sin embargo, algunos señalan que pudo deberse a la enemistad entre Argelia y EAU (miembro no permanente del CS en ese momento) a raíz de sus desencuentros sobre cuestiones regionales (como el conflicto del Sáhara Occidental o los Acuerdos de Abraham) y el apoyo de Abu Dhabi al mariscal Haftar.

En agosto de 2024, durante una reunión del Consejo de Seguridad ONU, el representante argelino presentó los 3 puntos fundamentales de su postura:
1. La resolución de la crisis libia debe ser pacífica y política.
2. La resolución requiere un proceso inter-libio bajo el patrocinio de las Naciones Unidas.
3. La resolución debe conducir a la celebración de elecciones libres, íntegras y transparentes que reúnan a todas las facciones del pueblo libio, garantizando la unificación de las instituciones y respondiendo a sus aspiraciones en los planos interno y externo.
El representante permanente de Argelia ante la ONU, Amar Bendjama, declaró en la sesión informativa semestral sobre Libia del fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, donde explicó que la postura argelina se basa en tres principios: «la inviolabilidad de la justicia, la soberanía de Libia y la necesidad de estabilidad regional».
Argelia promueve así el diálogo inter-libio para la resolución de la crisis, con inclusión de todas las facciones incluidos los Hermanos Musulmanes, a quienes el mariscal Haftar (así como EAU y Egipto) considera terroristas.
En estos esfuerzos, mantiene una relación estrecha con el GUN, con cuyas instituciones se han reunido en varias ocasiones en los últimos años. No en vano, Tebboune se reunió en Argel durante el pasado mes de octubre con su homólogo del Consejo Presidencial libio, Mohamed Al Menfi, con quien aseguró compartir un "acuerdo total sobre todas las cuestiones" abordadas, especialmente en la necesidad de celebrar elecciones tras más de una década de crisis política. En previas declaraciones del MAE Attaf, Argelia cree en el “carácter vital y decisivo de las elecciones”.
Por otro lado, mantiene una postura de antipatía hacia el mariscal Haftar, a quien considera un proxy de las potencias extranjeras (Francia, Egipto, EAU) cuyos intereses son contrarios a los de Argelia y como un elemento que ha perturbado los esfuerzos desplegados por Argelia para desescalar la situación en Libia. No en vano, en 2020 el anterior MAE argelino Boukadoum visitó el Este pero no fue capaz de reunirse con Haftar.
Túnez
Túnez reconoce igualmente al GUN, aunque mantiene varios puntos de desencuentro con su vecino. Durante años, su política exterior de “estado a estado” le llevó a no mantener relaciones ni comunicación con las otras partes, que criticaban esa postura como falta de neutralidad. Sin embargo, desde la llegada al poder del presidente Kais Saïed, el país mantiene una política de neutralidad activa y una diplomacia más proactiva y pragmática. Así, en el último año y medio ha habido contactos muy frecuentes con el GUN, incluyendo varias comunicaciones entre Saïed y el Primer Ministro Aldelhamid Dbeibah o el Presidente del Consejo Presidencial Khaled Al Menfi.
El Gobierno de Túnez se opone firmemente a la intervención extranjera en el conflicto libio y, en esta línea, rechazó la petición turca de utilizar el territorio tunecino para apoyar militarmente al GUN. Túnez se ha constituido como punto de encuentro en la crisis libia, ya que ha servido de base para los contingentes humanitarios o la propia UNSMIL y las principales embajadas occidentales en Libia se han deslocalizado durante años en Túnez. El país ha acogido por tanto muchas reuniones institucionales y rondas de diálogo en el marco de las labores de la ONU y de las potencias involucradas en el proceso. No en vano, por ejemplo, la jefa interina de la UNSMIL Stephanie Koury se reunió con el ministro de Asuntos Exteriores Mohamed Nafti en la capital tunecina el pasado mes de septiembre de 2024, donde éste reiteró la disposición de su gobierno a contribuir al diálogo y a los esfuerzos de reconciliación impulsados por Naciones Unidas.
La preocupación principal de Túnez es igualmente la de seguridad. Más de un millón de libios atravesaron la frontera tras la primavera árabe y la mayoría aún permanece allí. Saïed atribuye gran importancia al dosier migratorio y en el último año se han producido varios incidentes en la frontera, tras los que la prensa libia ha acusado a Túnez de expulsar a cientos de migrantes a la zona fronteriza de Ras Jedir, abandonándolos a su suerte en el desierto. El 9 de agosto de 2023 los dos países suscribieron un acuerdo para la distribución de los migrantes irregulares que se encuentran en la frontera. Durante ese mes, Túnez superó a Libia como primer puerto de migración hacia Europa (20.000 personas solo en julio, según El País). Además de la preocupante cuestión migratoria, Túnez teme que la inestabilidad en Libia permita el tránsito de terroristas y redes de crimen organizado a través de su extensa frontera común.

En noviembre del año pasado se produjo también un incidente menor en relación con la demarcación de las fronteras, cuando el ministro tunecino de Defensa, Jaled al Suhaili manifestó que su país «no permitirá que se descuide ni un centímetro del territorio nacional», al señalar en el parlamento que la cuestión de la demarcación de la frontera con Libia y su seguimiento se estaba negociando entre los dos países. En cambio, el Ministerio libio de Asuntos Exteriores del GUN indicó poco después que el trazado de la frontera «se ha solucionado y no está sujeto a discusión ni reconsideración». Polémica en la que también participó el Parlamento libio establecido en el este del país, que denunció las declaraciones del ministro de Defensa tunecino y advirtió contra el peligro de dañar las fronteras con Túnez.
La otra gran preocupación es la económica. En los últimos cinco años el comercio entre ambos países se ha incrementado un 46,9%, siendo un 10,8 % en los dos últimos años, superando por primera vez los 1.000 millones de dólares anuales. Ambos gobiernos tienen el objetivo de lograr una cifra de 1.700 millones de dólares al año a medio plazo (Atalayar). Destaca la iniciativa para la creación de un corredor comercial continental Túnez-Libia hacia los países subsaharianos, con el objetivo de desarrollar la zona fronteriza de Ras Jedir y de integrarla en la Zona de Libre Comercio Continental Africana (ZLECAF). El paso de Ras Jedir se abrió el pasado mes de julio, tras el acuerdo entre los gobiernos tunecino y libio, pero el de Mashhad Saleh permanece cerrado, lo que afecta a los intercambios entre ambos países. El 24 de septiembre de 2024, el ministro libio de Economía y Comercio, Mohamed Al-Hweij, se reunió con el embajador de Túnez en Libia para tratar la mejora de la cooperación económica entre ambos países, a través de una mejora de las fronteras terrestres compartidas y la racionalización de los procedimientos para la circulación de bienes y servicios.
En abril de 2024, Túnez albergó el encuentro de alto nivel Argelia-Túnez-Libia impulsado por Argelia como “reunión consultiva entre estos países hermanos” sobre el Magreb, a la que no fueron invitados Marruecos ni Mauritania, con el objetivo de “unificar posiciones” para hacer frente a las diferentes crisis internacionales. Con posterioridad, el 29 de septiembre varias organizaciones empresariales, responsables políticos y empresas privadas se reunieron en el VI Foro Anual de Inversiones Túnez-Libia-Argelia para fomentar la apertura de los mercados y mejorar las cifras de intercambios comerciales (Atalayar). Por otro lado, se propuso la creación de una nueva línea marítima que una la ciudad de Zarzis, en el sudeste de Túnez, con Trípoli, la capital de Libia. A ello se une también la propuesta de establecimiento de líneas aéreas directas entre el aeropuerto de Djerba (Túnez) y diferentes destinos en Libia y Argelia.
Mauritania
Mauritania también mantiene relaciones diplomáticas plenas con el GUN de Trípoli. A comienzos de 2024, el gobierno en el Oeste felicitó a Mauritania por la presidencia rotatoria de la UA, en cuya calidad el presidente Mohamed Ould Gazhouani visitó Libia a principios de octubre, acompañado del presidente de la Comisión de la UA, Moussa Faki, y del MAE de la República del Congo, Jean-Claude Gakosso. Dicha delegación mantuvo en Trípoli un encuentro con el primer ministro del GUN, Abdulhamid Dbeibah, quien ensalzó la visita como “un fuerte mensaje de apoyo a Libia en este crítico momento”. El presidente mauritano afirmó que la estabilidad de Libia se reflejará en todo el continente africano, y que la UA se compromete a seguir apoyándola para lograr la reconciliación nacional y el desarrollo sostenible, añadiendo que es esencial que Libia recupere su papel natural dentro de la Unión.
En cambio, con ocasión del mismo viaje, el GEN se negó a recibir a la delegación, aparentemente en respuesta al rechazo mauritano anterior a una petición del primer ministro Osama Hammad. Este, durante una visita que realizó a Mauritania y que fue calificada de «polémica», pidió acceder a los activos libios congelados en el país atlántico, incluida su participación en el Banco Chinguitty (filial del Banco Exterior de Libia). Según la misma fuente, Hammad ofreció a cambio a Nuakchott «la posibilidad de hacer un esfuerzo con las fuerzas de Wagner que entran de vez en cuando en territorio mauritano, y a las que se acusa de albergar a líderes rebeldes de Mali».
Conclusiones y prospectiva
Todos los países del Magreb observan con preocupación la evolución del conflicto libio y en la práctica demuestran su interés en que el proceso de estabilización y reunificación tenga éxito, pues ello repercutiría de forma evidente en la estabilidad de toda la región.
Sin embargo, la resolución del conflicto es más apremiante para Argelia y Túnez, especialmente inquietos por el aspecto securitario. Argelia teme que la porosidad de sus largas fronteras permita el paso de criminales y terroristas y se repitan los ataques de 2013, mientras que Túnez busca frenar la hemorragia de inmigrantes que proceden o atraviesan Libia buscando una nueva puerta de salida hacia Europa.
Marruecos no tiene frontera común, por lo que donde más tiene que ganar es en el aspecto reputacional. Busca que se le vea como un líder regional preocupado por la estabilidad y con capacidad de influir y mediar entre las partes. De este modo, gana apoyos para sus propias reivindicaciones políticas (el Sáhara Occidental), al presentarse como estado moderado y responsable en la esfera internacional. Y, de paso, obtiene acceso a una fuente cuantiosa de petróleo y gas.
Más allá de la reciente presidencia de la Unión Africana, Mauritania no tendría especial interés en la resolución del diferendo en un sentido o en otro. Ciertamente, la propia inestabilidad de Libia puede permitirle mostrarse como un país estable ante sus socios occidentales y, por tanto, parece que se limitará a ir al compás de sus vecinos Argelia y Marruecos apoyando al GUN del oeste, en esa pensada estrategia de equidistancia a la que se viene acostumbrando en los últimos años.
Una Libia fuerte en el panorama internacional podría, no obstante, no ser demasiado del interés de sus vecinos magrebíes. No en vano, Libia es un importante productor de petróleo y gas que podría convertirse en un incómodo competidor en los mercados, especialmente gracias a sus históricas relaciones con Italia, con quien le une un gaseoducto y cuyo gobierno actual está haciendo lo posible por potenciar esa amistad multiplicando sus contactos con todas las partes.
No hay que olvidar que antes de la caída de Gadafi, Libia era una de las potencias económicas de África (y por tanto del Magreb) pese a las sanciones internacionales -solo levantadas a finales de siglo-, y que las relaciones con sus vecinos no siempre fueron amistosas (y no solo por la personalidad del líder). Por ello, una Libia estable y potente de nuevo podría convertir de nuevo al país en un actor clave en la pugna por el liderazgo regional y en el Mediterráneo.
Lo cierto, en todo caso, es que, aun teniendo una influencia cierta sobre el conflicto, los países del Magreb no jugarán probablemente un rol determinante en su resolución, y deberán por tanto bailar al son de otras potencias más fuertes, como la UE, Egipto, Turquía, UAE o Rusia, todos ellos con intereses clave en el país y de los que dependerá, finalmente, si Libia se perpetúa en la inestabilidad y el caos o si, por el contrario, emprende el camino de la paz y la unidad.